viernes, 21 de noviembre de 2025

El misterio de las catedrales (Le Mystère des Cathédrales). Fulcanelli



Obra de Fulcanelli (s. XIX-s.XX) escrita en 1922 y publicada en 1926. Fue publicada en España por Plaza y Janés en 1967 dentro de la colección Otros mundos con traducción de J. Ferrer Aleu.

El estudio El misterio de las catedrales, presentado como una síntesis de la ciencia hermética y la filosofía, fue escrito por Fulcanelli, un Adepto que observó un anonimato riguroso y desapareció tras alcanzar la cima del Conocimiento, renunciando a los homenajes del mundo. Su discípulo, Eugène Canseliet, se encargó de la presentación y la conservación de la obra. Canseliet insiste en que el pensamiento del Maestro perdura ardiente y vivo en estas páginas y revela, cumpliendo la última voluntad de Fulcanelli, que la llave del arcano mayor —el Verbum dimissum que buscaban los hermanos desconocidos— es sencillamente un color, manifestado al artesano desde el primer trabajo.

El libro sostiene que las catedrales góticas no son meramente edificios cristianos, sino vastas concreciones de ideas que contienen la misma verdad científica que monumentos ancestrales como las pirámides de Egipto. Fulcanelli descifra el arte gótico (arte goth) como una deformación ortográfica de la palabra argótico (art got o art cot), interpretándolo como el "arte de la Luz o del Espíritu". Esta lengua, la cábala hablada de los Iniciados, codifica la ciencia hermética. El plano arquitectónico en forma de cruz latina se identifica como el jeroglífico alquímico del crisol (crucibulum), donde la materia prima (Cristo-materia) muere para resucitar, purificada. La Virgen-Madre (Nótre-Dame) personifica esta sustancia primitiva o Materia elemental, y las criptas albergan a las Vírgenes negras, que simbolizan la tierra primitiva, mineral, negra y pesada.

La fachada principal de la Catedral de Nótre-Dame de París se describe como un mutus Liber o Biblia oculta. En su pilar central, la Alquimia es representada como una mujer que sostiene la scala philosophorum (escala de nueve peldaños), jeroglífico de la paciencia y las nueve operaciones sucesivas necesarias para la labor hermética. El Adepto de Nótre-Dame, una estatua en la torre septentrional tocada con el gorro frigio (símbolo de Iniciación), observa la evolución de la vida mineral, extasiado ante el prodigio que su fe le había permitido vislumbrar.

Los bajorrelieves de la fachada exponen el proceso de la Gran Obra, desde la extracción de la Fuente misteriosa (el disolvente secreto, o Leche de la Virgen), hasta la Calcinación (simbolizada por la salamandra). El proceso está marcado por tres colores esenciales: el negro (el Cuervo), que indica la Putrefacción y la descomposición perfecta de la materia; el blanco, que representa la pureza y la regeneración (el color de los Iniciados); y finalmente el rojo (Fuego), símbolo de la exaltación y la soberanía. El rosetón central, llamado Rota (rueda), representa la acción del fuego de rueda y el tiempo necesario para la cocción de la materia filosofal.

La culminación de la Obra está anunciada por la Estrella de los Magos (de seis puntas, o Sello de Salomón), signo que aparece en la superficie del compuesto y que anuncia el nacimiento del Niño-Rey (el Azufre filosófico). Este astro es la firma del tema inicial, que guía al artista a la "cuna". El simbolismo hermético se extiende a otras ubicaciones, como la estatua de San Marcelo, cuyo báculo clavado en el dragón simboliza la liberación de la sal mercurial. La Mansión Lallemant en Bourges, por su parte, revela el enigma crucial de la credencia: RERE/RER. RERE se descifra como REBIS (la materia doble—húmeda y seca); y RER alude al vaso secreto (secretum secretorum), vital para la cocción, que el artista debe fabricar por sí mismo.

Finalmente, el análisis de la Cruz Cíclica de Hendaya traduce secretamente la inscripción INRI como "Igne Natura Renovatur Integra" (La Naturaleza se Renueva Íntegramente por el Fuego). Esto no solo revela la necesidad del fuego en la Gran Obra, sino que también predice un cataclismo ígneo (la Edad de Hierro o Calgugán) que marcará el fin del ciclo y en el que solo los "elegidos" se salvarán. Para alcanzar el Gran Secreto (que promete saber, fortuna y salud) y la salvación, el Adepto debe alinear su vida a la Tradición hermética. Esto se logra mediante la adhesión a los cuatro principios ineluctables del camino, según Zoroastro: SABER, PODER, AUDER (atreverse con fe inquebrantable), y TACER (permanecer en silencio y caridad, como un discípulo anónimo de la Naturaleza eterna).


viernes, 14 de noviembre de 2025

El retorno de los brujos (Le matin des magiciens). Louis Pauwels y Jacques Bergier


Obra de Louis Pauwels (1920-1997) y Jacques Bergier (1912-1978) publicada en 1960. La editorial Plaza & Janés la publicó en 1961 con traducción de J. Ferrer Aleu.


El libro "El retorno de los brujos" de Louis Pauwels y Jacques Bergier se presenta como el resumen de cinco años de investigación en las fronteras de la ciencia y la tradición, proponiendo un "realismo fantástico" que descubre lo maravilloso en el corazón mismo de la realidad. Louis Pauwels relata su evolución personal, marcada por la influencia de su padre, un obrero sastre y socialista romántico que creía en la "naturaleza creadora" y amaba el mundo a pesar de su dolor. Inicialmente, Pauwels se había refugiado en el hinduismo y rechazaba la "edad negra" moderna, pero tras la muerte de su padre, se dedicó a conciliar su afición por la vida interior con el amor al mundo en movimiento. Este cambio de perspectiva lo llevó a percibir lo "maravilloso" en el mundo moderno y a la convicción de que las ciencias de vanguardia (física, biología, matemáticas) están dialogando con las visiones ancestrales del esoterismo.

El punto de partida de esta tesis es el colapso del positivismo del siglo XIX, una época que se percibía como digna de respeto pero se había autoimpuesto límites a la realidad y a la invención. Figuras de aquel siglo creían que ya no quedaba nada por inventar y que el universo estaba "terminado". Sin embargo, el siglo XX rompió violentamente estas barreras, no con un simple progreso, sino con una "transmutación". Descubrimientos como el radio (que producía energía sin fuente) y la comprensión de que el espacio y el tiempo son maleables derrumbaron el "Templo de la Certidumbre". La materia se manifestó rica en posibilidades, y la física comenzó a estudiar experimentalmente la curvatura del espacio y la contracción del tiempo, abriendo las puertas a una realidad diferente. No obstante, los autores lamentan que la moral, la filosofía y la sociología permanecieron "aferradas a este anticuado siglo XIX".

Esta nueva apertura de la ciencia revela que el conocimiento no sigue una línea continua ascendente. El libro argumenta que los conceptos de las antiguas tradiciones y los descubrimientos de la física moderna convergen. La alquimia, por ejemplo, no es solo un sueño, sino que implica un "estado de la materia distinto", y los alquimistas del pasado pudieron haber descubierto secretos de la energía y la materia por manipulación, no solo por meditación. Los autores incluso exploran la leyenda de los Nueve Desconocidos, una sociedad secreta india dedicada a ocultar la ciencia de la naturaleza para prevenir el mal uso de la inteligencia. En una línea similar, el autor Charles Fort es elogiado por coleccionar hechos excluidos por la ciencia oficial—como lluvias de animales o aparatos extraños en el cielo—sugiriendo que la Tierra es visitada y que existen otros mundos y existencias paralelas.

Sin embargo, esta apertura a lo fantástico también conlleva peligros, ejemplificados por el nazismo, el cual es analizado como un intento de "socialismo mágico" basado en teorías delirantes como la Cosmogonía Glacial de Horbiger (que postula la lucha eterna entre el hielo y el fuego). Los líderes nazis creían en una inminente mutación biológica hacia el superhombre y en la posibilidad de contactar con "Potencias" oscuras, viendo la guerra como una lucha espiritual cósmica. Los autores contraponen esta manifestación caótica y luciferina de un "otro mundo" con la victoria de la civilización humanista, enfatizando que esta victoria se debe a la razón, aunque la propia razón victoriosa debe transformarse para volverse "contemporánea del futuro".

La conclusión central del libro es la necesidad urgente de una revolución psicológica y el paso a un "estado de alerta" o "supervigilia". Este estado de conciencia superior, explorado por místicos, yoguis, y en escuelas esotéricas como la de Gurdjieff, es visto como la única libertad que le será otorgada al hombre moderno: la de "ser otro". La hipótesis fundamental es que el cerebro humano podría funcionar en ocasiones como una "máquina analógica" (capaz de establecer conexiones ultrarrápidas y percibir la totalidad de las cosas, como el Aleph de Borges), y que las prácticas mágicas o religiosas no son más que técnicas (rudimentarias) destinadas a activar estas funciones cerebrales superiores. La búsqueda de esta hiperlucidez y el amor a lo que vive se convertirán en la principal aspiración de la Humanidad a medida que el progreso técnico libere tiempo.